El Servicio de Parques Nacionales de EE.UU. está coordinando con otros organismos una investigación sobre una denuncia que indica que los visitantes del Museo del Gran Cañón del Colorado en los últimos 20 años pueden haber estado expuestos a radiaciones peligrosas, según informó este martes un portavoz.
El denunciante es Elston Stephenson, gerente de seguridad, salud y bienestar del Parque Nacional del Cañón del Colorado, quien sacó a la luz pública que dentro del museo estuvieron almacenados tres baldes con uranio durante casi dos décadas.
Sin embargo, Emily Davis, una especialista en asuntos públicos del Gran Cañón que este martes anunció la investigación sobre la denuncia de Stephenson, destacó que una reciente revisión del edificio del museo descubrió solo la radiación de fondo, que es natural en el área y, según dijo, es segura.
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"No existe un riesgo actual para los empleados del parque o el público, el edificio está abierto, la información que tengo es que (el uranio) fue removido y no hay peligro", indicó Davis a medios locales.
Davis se negó a responder a la afirmación de Stephenson de que miles de personas pueden haber estado expuestas a niveles peligrosos de radiación y a su alegación de que el Servicio de Parques violó la ley al no emitir una advertencia pública.
La Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA) confirmó que hay una investigación en marcha pero no dio más detalles.
La existencia de los cubos fue descubierta en marzo de 2018 por el hijo de un empleado del parque que llevó un contador Geiger al museo. Los trabajadores inmediatamente movieron los cubos a otra ubicación en el edificio, dijo Stephenson, pero no se hizo nada más.
Unos meses más tarde, Stephenson estaba asistiendo en una auditoría de seguridad cuando los empleados le informaron sobre los cubos de uranio.
Aunque los funcionarios federales fueron informados el año pasado acerca de la existencia de tres contenedores llenos de mineral de uranio, de acuerdo con Stephenson, no se hizo nada para advertir a los trabajadores del parque o al público que podrían haber estado expuestos a niveles peligrosos de radiación.
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Según Stephenson, los cubos con uranio estuvieron en un sótano del parque durante décadas y fueron trasladados al edificio del museo cuando se abrió al público en el año 2000.
Stephenson dijo que los contenedores se almacenaron al lado de una exhibición de taxidermia, donde los niños que se encontraban de gira a veces se detenían para hacer presentaciones, sentados al lado de uranio durante 30 minutos o más.
Según sus cálculos, esos niños podrían haber recibido dosis de radiación superiores a las normas de seguridad federales en tres segundos, y los adultos podrían haber sufrido una exposición peligrosa en menos de medio minuto.
Stephenson dice que su única preocupación es la seguridad de todos los que pasaron un tiempo en la zona de peligro y no fueron alertados.